El mundo laboral

El mundo laboral, un mundo que, según voy descubriendo, es muy acorde con los designios de un niño, cuando el niño no tiene una pelota con que jugar quiere la pelota que tiene su hermano, sin embargo una vez la consigue existen dos posibilidades o se cansa de la pelota dejándola tirada y busca un coche teledirigido o una vagina de silicona de diseño japonés o se cansa de la pelota igualmente y se va a mamar de la teta del estado (por seguir con la analogía); luego el niño crecerá y mamará o lo intentará de la teta de la que le dejen, pero eso es otra historia.


Lo cierto es que en mi caso concreto, aunque nunca me gustaron las vaginas de silicona de diseño japonés, creo que jamás llegó el día en que dejé de ser niño, o eso o ya pasó el día en que me entró el Alzheimer y no recuerdo el primero de los días mentados. En cualquier caso, aún niño o ya senil sigo comportándome como un niño, un niño con bastante mal hostia, pero niño al fin y al cabo.

El caso es que recuerdo “gratamente” cuando se acercaba la temida época de exámenes, que ríete tú de Sauron, el profesor “Teoría de autómatas y lenguajes formales” eso sí era el señor oscuro. Bueno, lo dicho, que aún recuerdo cuando, ingenuo de mi, pensaba “Sííí, ya estoy acabando la carrera, en breve ya me dejo de mierdas de exámenes y me pongo a currar y a ganar pasta de verdad…”, y es que los jóvenes son así, imbéciles, como los adultos más o menos, quizá menos incluso.

Que infeliz, deseando salir de una vida en la que no cumplir esporádicamente con tus tareas no suponía nada, la vida del suelo mágico en que arrojas la ropa y se lava sola o donde las neveras están llenas. Aunque bueno, en mi caso concreto la nevera de casa de mi madre estaba llena de moho, a día de hoy he cambiado el moho por cerveza, que es menos alimenticia pero huele mejor y si bebes mucha te olvidas de que en la nevera no hay nada que comer.

Ahora trabajo como un perro de un esclavo negro montador de pirámides, los látigos son de una cola por que a las otras seis las tienen trabajando también. Y del sueldo que decir… si me pagasen menos me cobrarían por venir. Así que añoro al amante infiel que era el susodicho señor oscuro y sus legiones de criaturas de la noche que nos instruían en el noble arte de la computación numérica, las matemáticas discretas y otra multitud de inservibles asignaturas.

Lo cual me hace suponer que si por algún motivo, como un milagro, volviese a estudiar (sin seguir trabajando), entonces echaría de menos poder pagar una casa, salir a cenar y la cerveza que había sido de nuevo sustituida por el moho. Entonces querría trabajar, así que es un círculo del que no se puede escapar más que con una bonoloto, euromillón o similar, teniendo en cuenta mi ratio de juego también va a estar complicado. Estoy pensando planteármelo como una inversión a largo, largísimo plazo, es como un fondo de pensiones, al fin y al cabo no llegaré a cobrar ninguno de los dos, para mi desgracia el euromillón no desgrava.

Finiquito el post comentando que, sucediere cuando sucediese mi cambio de trabajo, que no tardará, el mes que viene abandono el antro decadente donde me alojo con gran dolor para mi corazón y para la mancha de la bañera, que aunque empezamos con mal pie acabamos siendo buenos amigos, probablemente es el compañero de piso más normal que tengo. Mudome a escasos metros de mí actual residencia (por llamarla de alguna forma) a un piso seminuevo de alquiler, pero sólo para Mari y para mí.

Saludos cordiales.