Bet and lose.

Sí, ya lo sé; esto debería ser un post sobre la semana que pasé en Tokio. Lamentablemente y pese a que tengo escrita gran parte de la parte contratante de la primera parte, esta tiene menos gracia incluso que lo habitual, es decir, es casi un dramón. Thus, hasta que lo mejore un poco o me cuenten un par de chistes buenos que pueda incluir se va a quedar en el tintero. Para vuestro deleite; una vaca. ¿Lo veis? Un chiste bueno siempre ameniza. Bueno, sigamos. Para vuestro deleite os contaré otra historia igual de aburrida que la anterior pero que… en realidad no hay ninguna razón, la cuento y punto. Vamos allá.

Hace mucho, mucho tiempo, más o menos cinco meses, se celebraba un evento excepcional jamás visto con anterioridad en nuestro país. Noche vieja. Querían los devenires del destino que yo andase por aquel entonces en mitad de una apuesta de pérdida de peso. Yo tenía 10 semanas para perder 10 kilos, mi amigo, mucho más esbelto que yo, lo cual por otro lado es como decir, mucho más honrado que la directiva de Bankia, tenía que perder 20.000 millones en 6 meses… quiero decir, 5 kilos en 10 semanas.

Cuando llegó la mentada y vieja noche, habían transcurrido ya cuatro semanas y media de nuestra apuesta. Tras nuestras primeras y durísimas semanas de dieta y ejercicio la cosa estaba de la siguiente manera: yo tenía que perder 10 kilos en 5,5 semanas y mi amigo tenía que perder 6 kilos en 5,5. Empezábamos a sospechar que algo no estábamos haciendo bien. Llamadnos sagaces.

La apuesta se basaba en un método bote, es decir, el que no conseguía su objetivo ponía 150 pavazos al bote central (versión adaptada de otros amigos que lo hicieron con 1.500€) y luego se hacía algo con ese dinero. Si perdíamos los dos pues poníamos cada uno 150 y nos lo gastábamos de algún modo. No era tan malo (si perdíamos los dos), al fin y al cabo no perdías prácticamente nada excepto el hecho de que te obligaban a gastarte 150 euros en algo que quizá no te apeteciese demasiado, como por ejemplo podía ser 150 euros en cintas de gasolinera del Fary y Camela o la biografía de los mayores estafadores de la política española… aunque quizá para eso no llegase con 150 euros que son muchos tomos… es más, quizá te esperarían ellos mismos en la tienda para robarte los euros o te mandan a la Merkel para que estableciese un buen tipo de interés, a saber.

El caso es que, por puro orgullo o estupidez o vete tú a saber que (me inclino por estupidez), decidimos no cancelar la apuesta pese a que esas cifras de pérdida de peso en el tiempo que nos quedaba eran tan insalubres como puede ser un vaso de agua del Ganges, eso sí que haría perder peso. Todo el día cagando; bueno, eso y una botella de ron Negrita. Ummm bien pensado, una buena negrita también me haría perder peso, pero creo que me estoy desviando… ¿Será esto a lo que llaman desvío sexual?

Ahí me tenían a mí, a golpe de ensaladas, sepias plancha, pechugas de pollo, pimientos y demás aberraciones para la alimentación. Embutido en una sudadera “corriendo” por la calle y subiendo escaleras. Me parecía mucho a Rocky, al menos a Rocky después de haberse comido a Ivan Drago y a un par de sparrings más. Durante estas semanas descubrí multitud de alimentos maravillosos, que aunque ya los conocía siempre habían sido considerados guarnición. Vamos, algo que casi siempre está ahí, pero a lo que nunca haces caso. Izquierda Unida por ejemplo. Sin embargo, ¡oh sorpresa la mía! Me gustaban bastante y empecé a usarlos con asiduidad, así que mi peso empezó a dispararse hacia abajo, oiga usted, como Froilan.

Finalmente y por los pelos, ambos conseguimos alcanzar el peso estipulado; bueno, mi amigo tenía unos gramillos de más, pero también le pasó a Marichalar y se lo perdonaron así que yo no iba a ser menos. Felices cual perdices no tuvimos que poner bote y, yo al menos, me pegué un papeo épico donde los haya, digno de los Manowar después de un concierto en ayunas. Con decir que me dio una rampa en el estómago…

Durante la semana posterior a la apuesta, volví a mi dieta habitual de morro de cerdo enrollado en cintas de bacón y hundido en la fondue de chocolate y mantequilla. Gané 2 kilos. Se me empezó a pasar por la cabeza que quizá estuviese comiendo cosas demasiado calóricas, pero la báscula, como quien no quiere la cosa, se estabilizó de pronto. Nunca tuve muy claro porque se estabilizó; quizá fue porque dejé de echarle azúcar a la Coca-Cola o quizá fue porque le quité las pilas, nunca lo sabremos.

Deambulaba calmo la semana pasada por mi baño cuando, de soslayo, vi que la pobre báscula me miraba entristecida (Dramatización), abandonada en su solitario rincón. “Pobrecita”, me dije, cuatro meses ahí sin compañía ni nada; sin que nadie la aplaste hasta sacarle los mecanismos. Así que me pesé y... digamos que pese a que aún me queda un cacho de renta de la apuesta, sin cambiar de hábitos el cuerpo tiende a alcanzar su estado de estabilidad presupuestaria acorde con el capital comestible que le inyectes. Y así me encuentro ahora, con una lorza de riesgo que no para de aumentar y el GCE (Gimnasio Central Europeo) que no quiere prestarme ni una mísera mancuerna.

Dado lo fácil que me resultó llevar a buen término mi apuesta anterior he decidido poner en marcha la que gusto llamar, con mi tacto habitual, “Operación Somalia”. Consistirá en una imitación de la apuesta anterior, pero que pretende sentar cátedra creando nuevos hábitos de vida. Conociéndome como me conozco y, creedme, es bastante, raro me resultaría que consiguiese sentar dicha cátedra, lo máximo que sentará es a mí en el sillón, pero al menos por el camino intentaré situarme en una lorza de riesgo más baja si el tiránico gobierno del PP (Primorosa Panceta) lo permite. Amén de esto, la novia del anterior apostador ha decidido que su primo de riesgo también es alto, metro ochenta y cinco al menos, así que además de la ”Operación Somalia” que empezó este pasado lunes voy a aderezarme las ensaladas con otra jugosa apuesta que siempre da mayor aliciente a las comidas insulsas.

En próximos números les informaré detalladamente de mi estrepitoso fracaso. Gracias por su atención.

Atocinados saludos,

Tío Yyrkoon.

4 comentarios:

Els quatre gats dijo...

Buen post, aunque lejos del "Megamind", con el que me descojoné vivo.
Ánimo con la Operación Somalia!
Adeuuu

Fle dijo...

Oh, tu empiezas la Somalia, yo la Neopreno pero ambos vamos a lo mismo, matar human, quediga, la destrucción total de la lorza cabrona!

Suerte, querido.
Beso!

Fle dijo...

Porcierto, ¿¿¿¿¿TE has ido a TOKIOOOOOOOOO???!?!?!?!?!!?

¿Y te ha ido mal? ¿No te ha gustao? ¡Virgendelpollotepanyakki!

ya contarás...

Yyrkoon dijo...

Bueno, Pika, no todos los días es navidad. Unas veces sale mejor y otras sale esto... no le pidas peras al ruso.

Sí Fle, Tokio... muy grande, literal y figuradamente. Aún no me había ido y ya estaba pensando en volver. A ver si me decido y acabo la historieta antes de que mi memoria de teflón se lo lleve para siempre.